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Recordando a Belkis Ayón, en X aniversario de su desaparición física

 

Isbel Alba

4 de febrero de 2015

Una fecha para no olvidar

En el imaginario colectivo el 11 de septiembre ha pasado a ser una fecha de pérdida y dolor tras los ataques terroristas perpetrados contra las torres gemelas, en New York, en 2001. Sin embargo, aunque acompañe en sus sentimientos a las miles de personas para las que ese día representa un antes y un después aciago, el motivo de estas letras es otro.

Hoy, voy subrayar otra partida, quizás más íntima por ser nuestra, quizás más cuestionable por haber sido provocada por propio designio dejándonos incógnitas y la terrible sensación que acompaña ciertos gestos incomprendidos, amargos. Se trata de la artista cubana Belkis Ayón Manso (1967-1999), quien un día como hoy, hace diez años, segara su propia vida.

Belkis Ayón fue una mujer excepcional, poseedora de una energía y un talento que no conocía derroteros. Junto a los artistas Sandra Ramos y Abel Barroso logró poner en marcha La Huella múltiple (1996), un proyecto que cambiaría para siempre la apreciación del grabado cubano, una disciplina artística que tras conocer su esplendor en el siglo XIX gracias al auge del comercio del azúcar y el tabaco, había caído prácticamente en el olvido en el panorama del arte cubano después de la eclosión del modernismo en Cuba.


 

A propósito de la obra y el legado de Belkis Ayón

En algunas conferencias y comunicaciones anteriores que he presentado sobre la obra de Ayón no he dudado en calificar sus grabados de palimpsestos[3]. Gracias a la técnica de la colografía la artista superponía capas de diferentes texturas hasta crear relieves que representaban, mediante una iconografía de sello muy personal inspirada en manifestaciones del patrimonio inmaterial de los Abakuá[4], las diferentes partes del ritual iniciático de esta religión o los personajes de su mito fundacional.

A mi modo de ver, se trata de una reescritura que ya había asimilado la tradición oral gracias al acercamiento intelectual de corte histórico y antropológico que permiten libros como El Monte y La sociedad secreta Abakuá, de Lydia Cabrera, “La tragedia” de los ñáñigos, de Fernando Ortiz o Los ñáñigos, de Enrique Sosa. A partir de la interpretación de esas obras que reproducen mediante la escritura una tradición de oralidad, Ayón creó su propio imaginario gráfico. Un mundo que es plasmado de manera finísima en las imágenes de sus grabados.

Aunque el tema de la representación de la herencia afrocubana en nuestra plástica es una constante desde la época de la colonia, su obra puede considerarse una rareza desde múltiples puntos de vista. Como antes señalé, Belkis Ayón rescató el grabado en medio del Período especial. Esta disciplina le permitía, entre otras cosas, producir más con menos y hacer gala de un minimalismo cromático rayano en la exquisitez.

En la última etapa de su vida, Belkis Ayón combinaba su labor de artista con la docencia en el Instituto superior de arte (ISA) y con su puesto de vicepresidenta en el seno de la Unión de escritores y artistas de Cuba (UNEAC). Siempre que le fue posible se encargó de difundir el trabajo de sus alumnos y colegas. De este modo, se convirtió en una activa promotora de la cultura cubana a escala nacional e internacional.

Sin embargo, los elementos que la hicieron merecedora del reconocimiento de su obra, más allá de los círculos intelectuales cubanos, son el tema Abakuá alrededor del cual se articula su poética y la fineza de la ejecución en sus colografías y grabados en general. Según Alex Rosenberg, prestigioso especialista en arte gráfico internacional y coleccionista de renombre, el resultado alcanzado por esta artista con la técnica de la colografía no tiene su igual en el mundo del arte hasta la fecha[5]. Esto hace que su pérdida adquiera otra dimensión.

Así pues, podemos aseverar que a Belkis Ayón corresponde el mérito de haber llevado la cultura Abakuá a su más alta forma de reconocimiento en el mundo de las artes visuales al introducirla en los recintos museales. No deja de resultar paradójico que gracias a una mujer esta cultura sectaria y secular alcanzase su universalización en los más exigentes círculos del arte internacional a finales del siglo XX.

Actualmente, la obra de Belkis Ayón forma parte de catorce colecciones de museos y centros culturales entre los que se encuentran el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, el Van Reekum Museum, Apeldoor, Hollande, The Museum of Moderm Art (MoMA), New York, el Museo de Fort Lauderdale, USA, el Museo de Arte Latinoamericano de California, USA, Ludwing Forum Fur Internationale Kunst, Aachen, Alemania, the State Russian Museum, Saint Petersburg, entre otros. Su obra también engrosa numerosas colecciones privadas en diferentes países.

Nadie ha logrado explicar las razones de tan abrupta muerte en un momento en que su carrera se encontraba en pleno crecimiento y contaba con la aceptación de críticos y otros profesionales del medio. Su desaparición física dejó un vacío en el mundo del arte cubano. Muchos de sus colegas coinciden en señalar que rara vez la calidad humana y la artística se han combinado de forma tan especial en una misma persona. Quizás sea ese abandono el único reproche que se le pueda señalar a esta artista. No obstante, en su gesto subyace cierta coherencia con el mito que la fascinó. Esto nos permite trazar un paralelo con la filosofía de los poetas románticos u otras artistas suicidas. De esta forma, la figura de la artista Belkis Ayón se fusiona con el mito de Sikán creando un círculo de significados con cierto halo de misterio, cosa que ofrece mucho material de investigación a historiadores y antropólogos.


 

El Estate Belkis Ayón

Después de su muerte, su legado pasó a ser protegido por el Estate Belkis Ayón, institución que dirige su hermana, la Dra. Katia Ayón y que recibe la asesoría de prestigiosos especialistas del arte cubano. Esta institución, en la que coexisten de forma curiosa el patrimonio familiar y la herencia cultural de la nación, desarrolla un modelo de gestión que constituye una rareza en el contexto socioeconómico actual de la isla[6]. De este modo, gracias a la autogestión desde hace diez años la Dra. Ayón ha venido realizando un magnifico trabajo que incluye la conservación material de la obra de Belkis Ayón y la difusión de su legado gracias a la organización de exposiciones, publicaciones y otras actividades de carácter cultural.

Según una invitación que recibí recientemente, el Estate Belkis Ayón ha programado Nkame, primera exposición antológica de la artista con motivo del X aniversario de su fallecimiento. La muestra quedó inaugurada oficialmente el pasado viernes 11 de septiembre, a las 6:00 pm, en el Convento de San Francisco de Asís, en el Centro Histórico La Habana Vieja. Su programa señala que la exhibición incluye unas 83 obras ejecutadas en las técnicas de la colografía, litografía y calcografía realizadas desde 1984 hasta 1999. Además, se presentan otros documentos gráficos de eventos donde participara Belkis, como textos y fotografías de la artista impresos en gigantografías sobre lona.

Organizada por la Dra. Katia Ayón y con curaduría de Cristina Vives, la exposición Nkame permanecerá abierta al público hasta el 28 de noviembre. Durante estos dos meses, como parte del programa cultural que acompaña la muestra, en las salas del Convento se organizarán conferencias sobre la obra de Belkis Ayón, el lanzamiento de la revista La Gaceta de Cuba y la presentación de proyectos de seis jóvenes grabadores, algunos de ellos antiguos alumnos de la artista. Nkame es un merecido homenaje a la obra de Belkis Ayón, un exponente mayor del grabado en la historia del arte cubano.

[1] Este pez era la encarnación de Abasi, deidad suprema de los Abakuá. Ver SOSA RODRIGUEZ, Enrique, Los ñáñigos, Premio Casa de las Américas 1982, Ediciones Casa de las Américas, La Habana, 1982.

[2] El sacrificio de Sikán, que aparecerá reflejada en sus obras como un leitmotiv, es lo que dará origen a la tradición Abakuá en antiguas etnias de Nigeria (pueblos Efik y Efor). Sin dudas, se trata de un mito fundacional que luego, como señala Ortiz, durante la época de la esclavitud – transculturación mediante-, dio origen al surgimiento de la fraternidad Abakuá en Cuba en los pueblos de La Haban y Matanzas (1830). Ver : ORTIZ, Fernando, La “tragedia” de los ñáñigos, Poligraf, Ciudad Habana, 1993.

[3] ALBA DUARTE, Isbel (2009) El mito de Sikán en la cultura cubana: patrimonio inmaterial y material en la obra de Belkis Ayón. Reflexiones acerca de las estrategias de conservación y los métodos de recuperación de su legado. Conferencia presentada en el marco del XXVIII Congreso internacional de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Río de Janeiro, Brasil, 13 de junio de 2009.

[4] Un ejemplo de esas manifestaciones del patrimonio inmaterial son los personajes de las paradas, como los diablitos o Iremes así como las firmas o anaforumas que cubren los cuerpos de los practicantes, los animales que serán sacrificados y los instrumentos musicales que intervienen en las diferentes partes del ritual de iniciación de esta hermandad (Nota de la autora).

[5] In ROSEMBERG, Alex y Carol, Belkis Ayón en la memoria, 2005

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