SIEMPRE VUELVO
Galería Habana, La Habana, Cuba
Noviembre, 2000
Exposición Homenaje
Coordinación general: Katia Ayón y Dalia González
Textos: Yolanda Wood, Hilda Ma. Rodríguez, David Mateo
Patrocinador: Galería Gan, Tokío, Japón.
Auspician:
Consejo Nacional de las Artes Plásticas
Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam
Unión Nacional de Escritores Artistas de Cuba
Fondo Cubano de Bienes Culturales
VIRTUOSA DE LABERINTOS
Del mismo manantial de su poder
Provienen sus heridas
Adrianne Rich
A Belkis Ayón
Te creímos piedra de filo eterno,
Desafío de leyendas inconquistadas
Y nos abandonamos al relámpago de tu risa,
A la gravedad de tu imagen.
Virtuosa de laberintos que devoraba con las manos,
Perséfone sin templos ni diarios,
Nos dejaste sólo las migajas de tus resquicios
Y el sollozo de un cortejo en fuga.
Te creímos suntuosa morada de la palabra alta
Y nos confiamos a las torres que flaqueaban tu férrea silueta
Más no escuchamos el torbellino que agitaba tus olas,
No advertimos la bruma, ni la fragilidad de tu sombra,
Y quedamos atrapados en el espasmo y la impotencia.
Te quisimos dueña de la magia insondable,
De fraguas y hogueras
Pero no supimos de tus bramidos
En el hondo sitio de lo innombrable.
Un único golpe estalló de pena,
Embistió la angustia, borró las huellas
Y nos dejó el silencio y el dolor
Del que todavía espera.
Hilda María Rodríguez
Septiembre 1999
VOLVER SOBRE LOS SENTIDOS
Ya una vez, ingenuamente, creí penetrar el reservado universo de Belkis Ayón; imaginaba que podría adicionar a mi currículum de revelaciones autorales el dato inédito de que ella no sabia dibujar muy bien , y de que eran su rostro y su cuerpo los que habían servido siempre de patrones para la elaboración de sus imágenes.
En el momento en que Belkis me hizo esa confesión tan inusual, la cual hice pública en La Gaceta de Cuba, fui capaz de dejarme seducir por el gesto de deferencia que ella misma entrañaba; aunque también llegue a pensar que se trataba de una actitud derivada de un cierto desenfado, de una cierta presunción, en alguien que no temía poner al descubierto sus imperfecciones porque se había adentrado ya en el sacrosanto recinto de la legitimación. Me autoconvencí por aquellos días que su mayor pericia se centraba entonces en el hecho de saber compensar la falta de habilidad para llevar a cabo un boceto preciso, un trazado minucioso, con la puesta en práctica de un procedimiento colográfico impecable, depurado y estricto en cada fase de su metódica particular, y en el que el impacto de la composición recaía fundamentalmente en una serie de efectos de valor y de color. A todo ello se le sumaba además, a mi juicio , la suspicacia de haber sabido elegir dentro del acervo cultural cubano una leyenda poco abordada por las artes plásticas, en cuyo núcleo narrativo la mujer experimentada el mas deplorable de los principios: el de la exclusión absoluta.
Al creer que irrumpía en el espacio confidencial de la producción artística de Belkis Ayón, lo único que había logrado hacer en realidad con la apropiación de aquella noticia, era rozar tímidamente sus vértices. No fui capaz de comprender que aquel argumento no sólo me ofrecía las coordenadas indispensables para ir desentrañando los artificios que ella utilizaba en la consumación de sus obras, sino para poder indagar en las preocupaciones e incertidumbres que la obsesionaban como creadora e individuo.
O sea, Belkis deposita en mí, como quizás lo haya hecho en otros inquiridores, los indicios necesarios para que me comprometiera en desarrollar una indagación mucho mas profunda, la cual hiciera derribar de una vez por todas el muro de contención , el limite que prefijaba la diferencia entre la valoración pública de su obra y la de su subsistencia personal.
Analizando hoy la creación de esta artista a raíz del desafortunado desenlace su vida, se me presenta de manera muy diferente: mucho mas humanizada y visceral; despojada por completo del refrenamiento que implica una preocupación técnica; rescatada al fin del deseo de seguir siendo legitimada como un proyecto de aliento florclorista y casi antropológico, sin tener en cuenta su fundamento puramente existencial. Me percato además de que lo que interprete en un inicio como una ausencia de definición, pudiera paradójicamente convertirse ahora también, en una prueba fehaciente de capacidad de síntesis. Pues si lo que parecía interesarle era el uso del cuerpo como modelo depositario de la fuerza dramática, era lógico suponer que eliminara todo lo superfluo, todo lo insignificante, en aras de arribar a la escena de la expresión; bastaba entonces con un gesto, con una contorsión, con una mirada…
Cuando Belkis enfatiza el conflicto de la Sikán, parece querer enfatizar su propio conflicto. La causa de uno se fue desdoblando cada vez mas hasta convertirse en al causa del otro. El pasaje fantástico debió haber sido el pretexto, la excusa ; y el recreo con la figuración de la vía real para mostrar las huellas de una angustia , de una insatisfacción que nadie supo captar y disolver, ni aún los seres mas allegados a ella; a pesar de que ya algunos sentíamos una contradicción creciente entre la atmósfera lúgubre, el exceso de adversidad que relejaban sus obras, y el carácter apacible y optimista que mostraba ante los demás; a pesar incluso que , de que en los últimos días de su vida vedamos asomar a ratos un forcejeo rarísimo detrás de su mirada, una fuerza algo así como entre perturbada y aprensiva, que ella sabia disimular muy bien con su inexcrutable sonrisa.
David Mateo
Noviembre 2000